miércoles, 22 de junio de 2016

Eduardo Galeno - La Fiesta





La Fiesta


Estaba suave el sol, el aire limpio y el cielo sin nubes.
Hundida en la arena, humeaba la olla de barro. En el
camino de la mar a la boca, los camarones pasaban por 
la mano de Zé Fernando, maestro de ceremonias, que
los bañaba en agua bendita y sal y cebolla y ajo.
Había buen vino. Sentados en rueda, los amigos com-
partiamos el vino y los camarones y la mar que se abría,
libre y luminosa, a nuestros pies.
Mientras ocurría, esa alegría estaba siendo ya recor-
dada por la memoria y soñada por el sueño. Ella no iba
a terminarse nunca, y nosotros tampoco, porque somos
todos mortales hasta el primer beso y el segundo vaso, y
eso lo sabe cualquiera, por poco que sepa.



-Eduardo Galeano, en "El libro de los abrazos"




Jaime Torres Bodet - Romance





Romance


Cambiaba, a cada momento
de color y de tristeza,
y en jugar a los reflejos 
se les iba la existencia,
como el niño que, en el mar
quiere pescar un estrella
y no la puede tocar
porque su mano la quiebra.

De noche, cuando cantaba, 
olía su cabellera
a luz, como un despertar
de pájaros en la selva;
y si cantaba en el sol
se hacia su voz tan lenta,
tan íntima, tan opaca,

que apenas iluminaba 
el sitio, entre la hierba,
alumbraba al amanecer
el brillo de una luciérnaga.

¡Era de noche tan rubia
y de día tan morena!

Suspiraba sin razón 
en lo mejor de las fiestas
y puesta frente a la dicha
se equivocaba de puerta.
Entre el oro de las mies
y el oro de la hoja seca
nunca se atrevió a escoger.
La quise sin comprenderla

porque de noche era rubia 
y de día era morena.





domingo, 12 de junio de 2016

Eduardo Galeano - Me lo contó un cuentacuentos






Me lo contó un cuentacuentos



Érase que era, en algún lugar de la selva africana, un rey león muy glotón y muy mandón.
El rey prohibió que sus súbditos comieran uvas:
-Sólo yo puedo -sentenció y firmó un edicto real estableciendo que su monopolio delas uvas respondía a la voluntad de los dioses.
Entonces el conejo se internó en la espesura y armó tremendo barullo rompiendo ramajes y balanceándose entre la lianas, y anunciando: 
-¡Hasta los elefantes volarán! ¡Se ha enloquecido el viento!¡Se viene el huracán!
El conejo propuso proteger al monarca atándolo al más fuerte de los árboles.
Y el rey león,bien atado, se salvó del huracán que nunca llegó, mientras el conejo, metido en la selva, no dejó ni una uva sin comer.


-Eduardo Galeano, en el libro "El cazador de historias".



  

sábado, 11 de junio de 2016

Mujer (un breve cuento de amor)






Un día estarás junto a mí y yo estaré para ti.

Amaré tus ojos, porque cuando me enamoro siempre encuentro cierta fascinación por los ojos, su brillo, su sencillez, su hermosura.

Me encantará tu voz, sin duda alguna, porque cuando me enamoro siempre encuentro consuelo y comprensión en la voz, sanarás mis desdichas y alegrarás mis días. 

Tu fisonomía. Ni la más prestigiosa modelo se te comparará, ni con sus toneladas de maquillaje ni con sus complejas simetrías de cuerpo perfecto. Siempre me han gustado los detalles en la perfección, lo simple en lo complejo. Siempre me gustaras tú. 

Yo te conozco y tú me conoces, porque nos hemos estado esperando, hemos sufrido nuestra ausencia y compartiremos la dicha de encontrarnos.

Y hoy es mi día, y tu día, porque estamos de suerte.




       

viernes, 3 de junio de 2016

Eduardo Galeano - La luna





La luna


La luna se moría de ganas de visitar la tierra.
Después de mucho dudar se dejó caer.
Había venido por un rato nomás, pero quedo atrapada en la copa de un árbol cuando empezaba su viaje de regreso al cielo.
La luna sintió que nunca más iba a liberarse de esa prisión de ramas y se sintió horriblemente sola, pero tuvo la suerte de que un lobo apareciera, desde lo hondo de la selva, y el lobo pasó toda la noche jugando con ella, acariciándola con el hocico, haciéndole cosquillas en la blanca panza y contándole chistes que no eran del todo malos.
Poco antes del amanecer, el lobo la ayudó a liberarse del ramaje y la luna se marchó, cielo arriba.
Pero no se fue sola: le robo la sombra al lobo, para que él nunca olvidara esa noche compartida.
Por eso el lobo aúlla.
Esta suplicando que la luna le devuelva su sombra robada.
La luna se hace la sorda.



-Eduardo Galeano, en el libro "El Cazador de Historias"