martes, 21 de noviembre de 2017

Memorias de una vida que fue


El sabor amargo de la cerveza entreabrió las heridas de tantos placeres consumados que hasta la fecha no habían cicatrizado. Su cuerpo se encontraba llagado bajo la piel.

De poco en mucho vinieron a su memoria el recuerdo de tantos amores fallidos. No sabía por dónde comenzar a llorar. Recordó la humedad de aquel primer beso juvenil y también recordó la resequedad de aquel que hasta entonces había sido el último.

Miles de encuentros carnales le hicieron ver la falta de amor que el destino tenía deparado para él.


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viernes, 2 de junio de 2017

BREVE ANTOLOGÍA DE MINIFICCIÓN




Demasiado tarde

Cuando el coronel Aircrag despertó en la profundidad del infierno, comprobó la exactitud que había en las palabras de su abuela Segibude, siglos atrás: la riqueza mal habida y los malos versos son causa de perdición eterna.


El destino

El hombre, desfigurado bajo el capote negro, preguntó desde la lluvia:
¿Hacia dónde va este camino, señor?
El que oyó la pregunta, volteándose, miró el sendero inundado por el invierno de varios días.
¿Hacia el mar, señor?
El hombre dio las gracias, miró hacia delante con firmeza y, sabiendo lo que hacía, siguió su destino.



Sobre la Filosofía

En el último Congreso Mundial del Saber, se llegó a la conclusión de que la Filosofía es una rama del conocimiento inútil, que no tiene ningún sentido. Se acordó esto debido a que la mayoría de los delegados opinó que era una estupidez intentar explicar el sueño de una mariposa.



-López







miércoles, 3 de mayo de 2017

Juan Rulfo - Cartas a Clara Aparicio (Carta I)



Carta I

Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye.

Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba.

Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua.

Clara: corazón, rosa, amor…

Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña.

Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida.

Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida.

Yo pondría mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara.

No tendría ni así de miedo, porque sabría quién lo tomaba.

Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la mano amiga, manejada por otro corazón, no teme nada.

¿Y qué mejor amparo tendría él, que esas tus manos, Clara?

He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. 

Lo han aprendido ya el árbol y la tarde… y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las espigas de los trigales. 

Y lo murmura el río…

Clara:

Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre.



-Juan Rulfo




martes, 2 de mayo de 2017

Jaime Sabines - Tu cuerpo está a mi lado




TU CUERPO ESTÁ A MI LADO
fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
con los ojos cerrados
y yo te miro y fumo
y acaricio tu pelo enamorado.
Esta mortal ternura con que callo
te está abrazando a ti mientras yo tengo
inmóviles mis brazos.
Miro mi cuerpo, el muslo
en que descansa tu cansancio,
tu blando seno oculto y apretado
y el bajo y suave respirar de tu vientre
sin mis labios.
Te digo a media voz
cosas que invento a cada rato
y me pongo de veras triste y solo
y te beso como si fueras tu retrato.
Tú, sin hablar, me miras
y te aprietas a mí y haces tu llanto
sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
se ponen a escuchar lo que no hablamos.


-Jaime Sabines





Jaime Sabines - No es nada de tu cuerpo



NO ES NADA DE TU CUERPO,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca tu boca 
que es igual que tu sexo,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo, en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada ¿qué es una mirada?
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni tu pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.



-Jaime Sabines








domingo, 15 de enero de 2017

Jaime Sabines - Espero curarme de ti



ESPERO CURARME DE TI en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque la mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué hace calor", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tu sabías que te decía "te quiero")

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Par que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


-Jaime Sabines



  



Jaime Sabines - Te quiero a las diez de la mañana



TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.

Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?



-Jaime Sabines


  



Jaime Sabines - Yo no lo sé de cierto



YO NO LO SÉ DE CIERTO, pero supongo
que una mujer y hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)



-Jaime Sabines




Jaime Sabines - Margie




MARGIE, la luna es rusa.
El cuello de Margie es alto y blanco,
como el blando oro blanco. Ducal.
Y en sus redondos cabellos
mi mirada sueña.

Cuando me mira algún día podría mirarme
la conozco de rosa a abril.

Yo me moriría, si pudiera morirme,
al pie de sus ojos en sazón.
(Porque me duelen las manos de tanto no tocarla,
me duele el aire herido que a veces soy)



-Jaime Sabines