El sabor amargo de la cerveza entreabrió las heridas de tantos placeres consumados que hasta la fecha no habían cicatrizado. Su cuerpo se encontraba llagado bajo la piel.
De poco en mucho vinieron a su memoria el recuerdo de tantos amores fallidos. No sabía por dónde comenzar a llorar. Recordó la humedad de aquel primer beso juvenil y también recordó la resequedad de aquel que hasta entonces había sido el último.
Miles de encuentros carnales le hicieron ver la falta de amor que el destino tenía deparado para él.
Miles de encuentros carnales le hicieron ver la falta de amor que el destino tenía deparado para él.
-